Disfruto mucho de viajar por mi
país. Uno de mis destinos favoritos de la Argentina es el Norte. Recorrí la
región a través de la Ruta Nacional N° 9 y la N°40, que la atraviesan de norte
a sur y conforman dos de los circuitos más importantes: La Quebrada de
Humahuaca, en la provincia de Jujuy, y los Valles Calchaquíes, en las
provincias de Salta y Tucumán.
Al momento de comenzar el viaje,
no dude en alquilar un auto y dejarme llevar por el camino. Partí desde San
Miguel de Tucumán y a medida que pasaban los kilómetros los colores se
transformaban. En cortas distancias pasaba del verde de la yunga, a los ocres y
la aridez de una tierra con pocas lluvias.
De cada una de las localidades
por donde pasé me llevé algo, un detalle que conservo hasta hoy. De Amaichá del
Valle, por ejemplo, recuerdo el museo de la Pachamama y la energía especial del
lugar; en las ruinas de Quilmes vi la inmensidad de un cielo estrellado como
pocos y en Molinos me alojé por primera vez en una casa de familia con una
calidez de servicio que no tiene nada que envidiarle a un hotel. Camino hacía
Humahuaca, ya en la provincia de Jujuy tomé un desvío, a la altura de
Purmamarca, para llegar a Salinas Grandes, un desierto blanco, donde el sol
brilla a pleno.
El Norte sabe combinar la belleza
paisajística, la alegría de su gente, la
buena comida y los vinos, pero por sobre todo tiene la capacidad de sorprender
y hace que sea un lugar al que siempre quiero volver.
Gentileza: Lic. Leticia Estévez
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